El reputado enólogo Álvaro Palacios empezó en 1989 un proyecto personal para elaborar un gran vino clásico. 23 años después los resultados hablan por sí solos y L’Ermita se ha convertido en un vino que no precisa ninguna presentación. Recogiendo la tradición ancestral de unos terrenos cultivados a lo largo de seis siglos, Álvaro Palacios ha dedicado sus esfuerzos a trabajar de forma tradicional unos terrenos con una escarpada orografía y características muy particulares.
El Priorat y los beneficios de su orografía
Gratallops es un pequeño pueblo encaramado en una colina y justo al otro lado de la carretera se sitúan las bodegasÁlvaro Palacios en un moderno edificio presidido por grandes ventanales. El maestro de bodega Oriol Castells trabaja desde 1992 en el proyecto y es el encargado de presentarnos la propiedad y la forma de trabajar en ella.
Una de las características del Priorat es su terreno, Oriol Castells nos cuenta que se trata de terrenos con piedra metamórfica y tierra calcárea ligeramente ácida, con muchos minerales, lo que conlleva que la asimilación de nutrientes sea más fácil. Además, explica que “la diversidad de minerales da más complejidad a los vinos”.
La propiedad tiene 40 hectáreas y todos sus viñedos están inscritos como ecológicos. Oriol nos describe que hay un hecho climático que lo favorece: “la zona está muy ventilada, el viento de garbinada, que viene del mar, alarga la maduración”.
De Finca Dofí a Les Terrasses, tintos con raza
En Finca Dofí hay plantada en mayor porcentaje la variedad de uva garnacha, que se mima y se cuida de forma tradicional. Este proceso requiere mayor esfuerzo, pero, como remarca Oriol: “es parte de nuestra cultura y nuestro patrimonio, el valor que tenemos aquí es la tradición y los siglos de cultura vinícola y hay que respetarlo y conservarlo”.
En el caso de Les Terrasses nos encontramos con una selección de viña vieja donde se alían los frutos de decenas y decenas de parcelas de distintos municipios, diferentes propiedades que se aúnan para ofrecer un vino que refleje la historia regional de la zona. Les Terrasses está elaborado con uvas samsó y garnacha y es espejo de la tradición y la complejidad de los terrenos del Priorat. La bodega Álvaro Palacios destaca que este vino “recupera las formas de la tradición y alumbra la tranquila distinción de antaño”.
Recuperar la DO Vi de Vila
En el año 2009, la DO Priorat dio un paso adelante para reforzar la identidad de los pueblos de esta denominación de origen y recuperó la indicación Vi de Vila (Vino de villa), que consiste en utilizar al nombre del pueblo como marca del vino. Álvaro Palacios, propulsor de esta iniciativa, elabora un vino bajo esta identidad, así nos explicó que “bebemos lugares, no personas, así era antes y así debería ser”.
Esta designación recupera el concepto clásico dentro de la cultura vinícola, el vino de un municipio. De esta manera la DO Priorat da un paso adelante y pionero para asociar vinos a lugares, puesto que todas las bodegas de Gratallops, en este caso, pueden etiquetar sus vinos bajo el mismo nombre.
El maestro Oriol Castells nos explicó el proyecto y destacó que el vino Gratallops de la bodega destaca por mantener la personalidad de este entorno abierto a la luz y lleno de fruta y mineralidad.
L’Ermita, el gran clásico de Álvaro Palacios
Oriol Castells, nos detalla que se trata de un viñedo único y magnífico de 1,4 hectáreas. Además, puntualiza que “tenemos 0,2 hectáreas de viñas de 102 años”. De estas viñas viejas de garnacha nace un vino único dispuesto a enamorar a quien lo pruebe.
El proceso de elaboración de L’Ermita es minucioso y se cuida hasta el último detalle. Álvaro Palacios supervisa cada racimo de uva de la vendimia, que se hace manualmente de manera tradicional. El trato de la viña es absolutamente detallado, se labra el terreno con mulas y se recoge la uva manualmente en cajas de 8 kilos para garantizar el mejor trato. Todo ello para conseguir la mejor calidad de un vino exclusivo del que se comercializan entre 800 y 1500 botellas, dependiendo de lo que da cada añada.
El proceso de elaboración de L’Ermita es minucioso y se cuida hasta el último detalle. Álvaro Palacios supervisa cada racimo de uva de la vendimia, que se hace manualmente de manera tradicional. El trato de la viña es absolutamente detallado, se labra el terreno con mulas y se recoge la uva manualmente en cajas de 8 kilos para garantizar el mejor trato. Todo ello para conseguir la mejor calidad de un vino exclusivo del que se comercializan entre 800 y 1500 botellas, dependiendo de lo que da cada añada.
Está claro que elaborar un vino de esta magnitud supone una gran responsabilidad que Álvaro Palacios asume positivamente: “este vino es un reto, siempre estoy nervioso con él, pero es una gran satisfacción.” Nos explica que define 2 fases en la producción de L’Ermita, la primera del 1993 al 2004, cuando había un 25% de cabernet de otra viña. A partir de entonces, Palacios cuenta como optó por utilizar sólo uva del viñedo homónimo.
Cuando Álvaro Palacios habla de L’Ermita, transmite pasión y devoción por el proyecto “es un trabajo de jardinería y orfebrería. Y cuando habla del vino sonríe y nos cuenta como es un producto de “pureza y transparencia, expresa muy bien el entorno, los aromas del aire y del lugar”. Con su habitual retórica poética añade que se trata de un “vino de energía contenida, de belleza única, de capricho vertiginoso. Un vino que te hace sentir vértigo al probarlo, sensible, con aromas de frutas mediterráneas, frutos rojos envueltos en piel de naranja, y una fuerza mineral y ácida que se convierte en un vino desafiante y mágico. Un conjunto vivaz y muy vital.”
L’Ermita es el gran vino clásico de Álvaro Palacios, un vino para el que le sobran las descripciones: “de aspecto sublime y delicado, un vino cuyo viñedo ya tiene fuerza por sí sólo”.
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